Compañías de las industrias más diversas están adaptando su cultura y su forma de hacer negocios para operar de forma similar a las firmas “tech”. ¿Por qué razón? Muy simple: advierten que para sobrevivir y crecer el hecho de transitar su digital business transformation ya no es una opción –sino que resulta inevitable-.
Ocurre que las firmas tech, con su modelo signado por la digitalización de los negocios, generaron disrupciones en todas las actividades y rubros, y en algunos casos amenazan con hacerse de buena parte de la torta que antes solía corresponder a las compañías tradicionales.
Pero ahora bien, ¿de qué hablamos cuando hablamos de firmas tech? En esencia una empresa tech es:
√ Una empresa basada en plataformas modulares, flexibles e independientes, que organizan su negocio principal en torno a los datos, la inteligencia de negocios (business intelligence) y lo digital.
√ Su tecnología le permite moverse más rápido, con mayor flexibilidad y a mayor escala que sus competidores. Y esto mismo le otorga mayor capacidad de adaptarse e innovar.
Estrategia digital
Todo lo anterior puede sonar muy bien, pero, ¿qué es lo realmente revolucionario de las nuevas firmas tech? El punto clave es que transforman el modo de vincularse con los clientes y la forma de aportarles valor. Además son firmas que recurren a distintas soluciones de business analytics para predecir escenarios, actuar con proactividad y optimizar sus ofertas.
En sí mismas las plataformas son soluciones empresariales que sirven a los clientes (internos o externos) y resuelven requerimientos comerciales o de TI. Una firma tech puede llegar a tener entre 20 y 40 plataformas manejables y concebidas como “servicios o productos”, que operan de manera autónoma, pero coordinada y eficaz. Montándose sobre estas plataformas, las firmas tech dan lugar a modelos de negocio en línea que pueden operar bajo demanda, por suscripción, a partir de clasificados, de marketplaces, de social media y de comercio electrónico. La particularidad en cada caso es el modo en que relacionan la oferta con la demanda.
Estos modelos basados en plataformas y en la digitalización de los negocios permiten operar con costos fijos inferiores (ya que no exigen inversiones en stocks, mobilario, inmuebles, etc). Ahora bien: para su éxito es clave que la plataforma en su conjunto sea atractiva y amigable, y que tenga una oferta muy amplia. Y en todos los casos se requiere una masa crítica de usuarios relevante, como para que el modelo pueda monetizarse. Además, por lo común, el primero que logra generar esta masa crítica de usuarios se instala como referente y “planta su bandera”, haciendo que la barrera de entrada luego se dificulte para los demás.
Digital business transformation
La era del digital business transformation lleva a las compañías además a convertirse en “firmas mutantes”, en el sentido de que tienden a entrar en negocios ajenos a su actividad principal. Es decir, se diversifican ya sea en áreas cercanas o lindantes con su negocio central (donde en definitiva lo que hacen es compartir recursos tanto a nivel de canales de distribución, como de tecnología y marca); o incluso avanzan sobre sectores que implican una verdadera ruptura con su foco anterior.
Repasando un poco la historia de las disrupciones que plantearon las firmas tech, podríamos señalar que el primer impacto se dio en el comercio minorista, donde los gigantes del e-commerce (Amazon, e-bay, Alibaba Mercado Libre, etc.) impusieron su modelo de negocio y su estrategia digital al calor de los cambios culturales derivados de la omnipresencia de Internet.
El segundo impacto se dio en el sector financiero, donde las firmas “fintech” se apuntalaron en la tecnología para innovar y ofrecer aplicaciones, procesos o productos más ágiles y menos burocráticos, en sintonía con las demandas de las nuevas generaciones nativas digitales. Varias de estas firmas fintech se orientan a un público joven con una canasta de servicios limitada –fundamentalmente centrada en la financiación alternativa y en los servicios de pago-. Pero las fintech no fueron las únicas: las compañías conocidas como “bigtech” -Amazon, Apple, Google y Facebook- también incursionaron en las finanzas, con propuestas centradas en los servicios de pago.
Naturalmente, tampoco se puede hablar de un único modelo de negocio surgido al calor de la digitalización, pero en cambio sí de un concepto orientado a satisfacer las demandas de los clientes y optimizar sus experiencias, tanto en términos de la facilidad operativa como de la mejora de los costos. Este concepto abarca desde el fenómeno que representa Uber en el terreno del alquiler de autos con chofer, por ejemplo, hasta el de Netflix para la suscripción de TV bajo demanda. Son empresas que trabajan su vínculo con los consumidores de manera directa y sin intermediaciones. En algunos casos (Netflix, por ejemplo) emplean soluciones de inteligencia artificial para conocer al cliente, personalizar la oferta y ser más “quirúrgicos” en su oferta de servicios. Y además ponen gran foco en la creación de contenidos digitales de calidad.
Digitalización de negocios
Las perspectivas indican que para 2022 se digitalizará más del 50% del PBI de Latinoamérica, con un crecimiento en cada industria impulsado por ofertas, operaciones y relaciones mejoradas digitalmente. Para 2022, casi el 70% de todo el gasto en TI en la región se destinará a las tecnologías y servicios de la “tercera plataforma” (cloud computing, big data, social business y mobility), ya que más del 75% de las empresas creará entornos de TI «nativos digitales» para prosperar en la economía digital.
En tal marco, el modelo de negocio podrá adoptar distintos formatos. Uno de ellos es el “peer to peer”, que contacta directamente a las dos partes que realizan la transacción. Y en este caso los ejemplos emblemáticos son Airnbnb (que conecta personas que tienen alojamientos disponibles con otras que los buscan) y Uber (cuya plataforma vincula a propietarios de vehículos con personas que necesitan trasladarse).
La economía de la suscripción también da lugar a iniciativas de otra naturaleza -conocidas como “freemium”-, que publicitan productos o servicios de manera gratuita y en paralelo ofrecen otra variante “premium” para quienes desean contenidos de una calidad mayor o libres de publicidad (como es el caso de Skype).
Naturalmente las compañías tradicionales no tienen por qué incorporar todas estas pautas surgidas de la digital business transformation. Pero de no abrirse a esta ola, correrán el riesgo de que su negocio sea “canibalizado” por iniciativas tech con mayor flexibilidad y capacidad para responder a lo que buscan los clientes.