Desgranar estos mitos puede ayudar a dimensionar correctamente las verdaderas implicancias de este nuevo paradigma tecnológico, y su alcance potencial.
En principio hay que decir que si bien los componentes tecnológicos para el despliegue de IoT –como los microprocesadores y microcontroladores, las comunicaciones de red de corto y largo alcance, los sensores, etc.- ya están disponibles o en desarrollo, y tienen un costo razonable, también es cierto que se trata de tecnologías que no están del todo maduras. Particularmente en lo que atañe a los estándares de interoperabilidad y los temas de privacidad y seguridad.
No obstante, IoT no tardará en convertirse en mainstream, ya que trae consigo una promesa más que atractiva. ¿Cuál es esa promesa? La posibilidad de contar con dispositivos inteligentes que permitan interconectar cosas (máquinas, sensores, cámaras, etc.) que interactúen entre sí. Y que a partir de ello se puedan compartir datos, tomar decisiones y efectuar acciones preestablecidas. Es decir: IoT representa una promesa de poder evolucionar hacia una infraestructura de servicio que ofrezca capacidades de comunicación y control remoto y que haga factible el trabajo conjunto de una amplia variedad de dispositivos habilitados para la Web e integrados en soluciones integrales.
En efecto: los sensores y la hiperconectividad ubicua, combinados con datos y análisis apuntalados por la inteligencia artificial, abren nuevas oportunidades para innovar a nivel de productos y servicios y aumentar la eficiencia de las operaciones.
Actualidad y futuro
A ciencia cierta tampoco puede decirse que IoT sea una tecnología del futuro, ya que de hecho hoy ya está teniendo usos múltiples para cuestiones de monitoreo remoto, particularmente en los rubros de seguridad y salud. También está proliferando en productos de consumo, en las operaciones industriales y en las cadenas de suministro. De hecho las estimaciones anteriores a la pandemia de Covid-19 indicaban que “en 2020 el uso comercial de IoT seguirá expandiéndose a medida que se agregue a más productos y operaciones comerciales”.
No obstante, la perspectiva indica que estamos apenas en los inicios de este nuevo paradigma y que IoT será uno de los grandes disruptores de la actual década. El análisis de una consultora internacional predice que IoT tendrá un impacto económico de entre U$S 4 billones y U$S 11 billones para 2025. Y sugiere que las empresas podrán capturar valor y crear nuevas fuentes de ingresos “al proporcionar soluciones y servicios tecnológicos conectados a consumidores y empresas y al reducir los costos en las operaciones”.
Además otra previsión estima que para 2025 habrá 42 mil millones de dispositivos IoT conectados, que generarán 79,4 zettabytes (ZB) de datos. Si bien la categoría de videovigilancia impulsará una gran parte de los datos de IoT que se creen, la categoría industrial y automotriz verá las tasas de crecimiento de datos más rápidas.
Naturalmente el gasto mundial en IoT se vio impactado en 2020 por los efectos de la pandemia de coronavirus. Pero en 2021 se espera que recupere las tasas de crecimiento de dos dígitos.
Planteos y equívocos
Una de los planteos que se suele hacer es que el despliegue de IoT requeriría un traslado de la capacidad de cómputo desde la Nube (es decir, desde los grandes data centers centralizados) hacia el borde, tanto para el procesamiento como para el almacenamiento. Y esto tanto por un tema de latencia y disponibilidad, como de ahorro de costos, ya que distribuir hasta los centros de datos centrales el enorme volumen de datos que se espera recabar con los dispositivos de IoT podría resultar ineficiente y oneroso. Pues bien: en parte esto es cierto, y el desarrollo de la computación de borde como un modelo complementario es algo que seguramente se va a dar. Pero el punto clave es lograr un manejo inteligente de los datos y una priorización que lleve a distribuir solamente aquellos datos que resulten importantes para cada aplicación, o que informen de algún cambio de estado relevante.
Por otra parte hay que destacar que la verdadera columna vertebral de IoT no son los centros de datos, sino la propia Internet, que es la que permite distribuir la información y responder en real time.
Hay quienes sugieren que los smartphones están llamados a tener un rol central en el nuevo paradigma. Esto también hay que relativizarlo, ya que IoT en realidad pivoteará sobre soluciones de procesamiento remoto y puertos de enlace dedicados y otras herramientas de software, hardware y recursos de red. Los móviles se usarán, eso sí, como interfaz de usuario para acceder a las aplicaciones y como dispositivo para recabar datos. A nivel de estándares es cierto que hay desafíos pendientes, pero nada que no se pueda resolver con el tiempo -y con las herramientas y las instituciones que ya existen-. Por otra parte a nivel interoperabilidad tampoco es necesario que todos los dispositivos funcionen juntos y sean compatibles entre sí.
Seguridad y privacidad
En lo que concierne a la seguridad y a la privacidad de los datos, obviamente el nuevo paradigma da lugar a vulnerabilidades que deben ser atendidas. Y de hecho ya se está trabajando para encontrar soluciones tecnológicas tanto a nivel de dispositivos como de la red (con protocolos específicos). Además hay que enfatizar que tampoco es real que se puedan hackear todos los dispositivos IoT de forma remota.
Por otra parte hay que decir que elaborar soluciones de IoT que conjuguen diversas instancias y aporten valor sustancioso tampoco es tan sencillo. Esta tecnología no es plug & play, y su implementación no está exenta de desafíos.
A nivel industrial Internet de las Cosas permite que la información acerca de cada paso en la fabricación “esté disponible para ser utilizada y compartida de una forma segura desde cualquier lugar y dispositivo”. Y esto no aplica solo para grandes empresas, sino también para pymes, ya que las soluciones tecnológicas que se brindan en modalidad “como servicio” permiten que las pequeñas y medianas empresas puedan sumarse a esta ola sin tener que invertir en una infraestructura propia.
IoT habilita a conformar un entramado de dispositivos que conectan cosas, que a su vez generan datos y facilitan la administración, el análisis y el monitoreo. De tal forma permite obtener información valiosa para incrementar la eficiencia, la productividad y optimizar la toma de decisiones en las organizaciones y en los gobiernos.
¿En tu organización ya avanzaron con algún despliegue de IoT? ¡Sería genial que compartas la experiencia!