Agilidad empresarial: clave para transitar tiempos de incertidumbre

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La crisis que implicó la pandemia provocada por el COVID 19 tuvo un altísimo impacto en numerosos aspectos y generó una disrupción inesperada, dando lugar a nuevos modos de trabajar y liderar, entre muchas otras cuestiones.

viernes 18 - diciembre - 2020
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Las organizaciones necesitaron adaptarse y comenzaron a desplegar nuevas prácticas. Como se indica en este artículo,  la agilidad empresarial ya venía siendo una tendencia organizativa importante en los últimos años, pero con la pandemia se convirtió en una prioridad absoluta. En un estudio reciente el 33% de los consultados afirmó que su organización incrementó la adopción de la agilidad para ayudar a gestionar equipos distribuidos. Y el 55% dijo que su compañía tenía previsto incrementar el uso de prácticas ágiles en los siguientes 12 a 14 meses.

El autor de la nota que proponemos revisar señala que la agilidad se convirtió en una prioridad en al menos seis dimensiones interconectadas:

1. Salud y seguridad: hacer frente a los desafíos en este plano es clave para resolver el resto de los demás problemas; las empresas deben administrar sus negocios sin poner en peligro la vida, la salud y la seguridad de su personal y clientes.

2. Mecánica de la adaptación: las compañías que estaban avanzadas en la transformación digital lograron operar virtualmente a través de distintas tecnologías; ahora muchas organizaciones también están explorando formas innovadoras de realizar las prácticas y marcos de trabajo ágiles, como diarias de sincronización, planificación de equipos y retrospectivas en formato virtual.

3. Riesgos y oportunidades estratégicas: el mercado está cambiando muy rápidamente y las empresas que pueden moverse rápidamente se están beneficiando.

4. Actualización de procesos internos: las organizaciones pueden aprovechar la crisis y la necesidad de reinventarse en un modo virtual y digital para mejorar los procesos internos  y la cultura laboral siguiendo tres premisas en la agilidad: obsesión por generar valor para el cliente, trabajar en pequeños equipos autoorganizados en ciclos cortos y funcionar como una red basada en competencias. Lo que no genere valor para los clientes externos debería eliminarse.

5. Mejora de la agilidad empresarial en sí: muchas de las prácticas ágiles se articulaban para el desarrollo de software y dependían de reuniones cara a cara; ahora deben reformularse para implementarse también de forma virtual y para permitir que toda la compañía sea ágil. En este contexto, la agilidad estratégica (creación de nuevos negocios) está emergiendo para ser mucho más importante que la agilidad operativa (mejora del negocio existente).

6. Implicancias a largo plazo: si bien se habla mucho de «volver a la normalidad», conviene considerar si lo «normal» es lo suficientemente bueno. En lugar de conformarnos con volver a la normalidad, ¿por qué no aspirar inspeccionar las formas actuales, adaptarnos y mejorar?

La pandemia generó dolorosas pérdidas de vidas humanas y grandes trastornos para las sociedades. De algún modo nos invita a revisar la forma en que hacemos las cosas como sociedades e individuos, y también a nivel organizacional. Tenemos la oportunidad de evolucionar en un sentido más sustentable y solidario. Está en nosotros aprovecharla.

Para profundizar en esta mirada sobre la pandemia y sus consecuencias, invitamos a leer este texto.